Los uruguayos nos vanagloriamos por algunas marcas que nos destacan. No hablo de las Copas América, sino de cosas como las que señala Luis Eduardo González en una reciente columna de Búsqueda. Cuenta “El Sordo” que en la edición 2015 del Índice de Progreso Social elaborado por Michael Porter, de la Universidad de Harvard, y un equipo interdisciplinario de colaboradores, Uruguay aparece en el lugar 24 de 133 países, y es el mejor posicionado entre los 17 países de América Latina continental. Este Índice establece hasta qué punto los desarrollos sociales de cada país son independientes de su situación económica. Comentando sus resultados, González señala que “lo distintivo del Uruguay a escala mundial está en sus “bienes políticos”, mucho más amplios de lo que se podría esperar en función de su desarrollo económico. Para producir esto se necesita tiempo, de modo que a lo largo de mucho tiempo el país ha construido un desarrollo social (y una cultura política) muy por encima de sus medios”. Hasta aquí todo bien, sote felicitaciones.
AL REVÉS TAMBIÉN ES CIERTO
Pero ocurre que el desarrollo social también tarda en “deconstruirse” o, más precisamente, su deterioro tarda en visibilizarse. Digo: Porter no registra las asonadas en el Marconi, que no ocurrían una generación atrás. Ni el desempeño de Uruguay en las pruebas PISA, que no se realizaban una generación atrás. Ni el creciente poder del narco en Uruguay, que no existía una generación atrás. ¿Qué van a decir, dentro de una generación, los indicadores de educación en Uruguay? ¿Y de salud? ¿Y de infraestructura? ¿Qué van a decir respecto a la convivencia ciudadana, a la violencia y al delito e
n general, pero a las modalidades asociadas al narcotráfico en particular?
El responsable de la seguridad interior de los gobiernos frenteamplistas, un tupamaro pasadísimo de moda, explicó que lo del Marconi es producto de la mayor presencia policial. ¡Mirá vos! Bicho, en octubre de 2012 hubo otra igual, con todo y muerto (Ud. ya era ministro). Y mientras Bonomi improvisa, la peña que se junta en Presidencia a charlar de seguridad considera aumentar las penas para los narcos; pobres monaguillos, no se enteraron que entre los narcos ya existe la pena de muerte. “¡Nunca subestimes el poder de la negación!”. Cuando finalmente Bonomi deje de ser ministro, el costo de revertir la situación será infinitamente más alto. En efecto, la secuencia universal de la captura de un país por el narco, caso de que no se lo agarre en el nido, indica que después del control del territorio, viene el control de la policía; después, del Poder Judicial; y finalmente, del poder político (ya por asociación, ya por amenaza: “plata o plomo”). En paralelo, el narco avanza por la avenida del éxito económico, contaminando todo a su paso por el afán de emulación, desde el Marconi hasta Carrasco (nótese que so
n apenas 10 kilómetros de distancia; todo derechito por Belloni-Veracierto-Hipólito Irigoyen, en 20 minutos estamos) (curiosidades de la narcología, el Marconi puede estar más cerca de un barrio centroamericano que de la rambla montevideana). La embestida del narco solo puede aguantarse cuando la decidida acción represiva del Estado es acompañada por una vigorosa resistencia social. Huelga decir que no hay resistencia posible en un pueblo embrutecido, como lo es todo aquel que no avanza, según una frase célebre que le escuché al mismo “Sordo” González: “El mundo va tan rápido, que hay que correr para quedarse en el mismo lugar”. En Uruguay estamos dormidos, embotados en los vapores de la década de bonanza y de los tres gobiernos con mayoría absoluta. Por eso el título de esta nota. Quien no me crea, mire algunos datos:
SECUNDARIA COMPLETA (gráfico 1): según CEPAL, Uruguay tiene una de las tasas más bajas de secundaria completa: solo el 41,6% de las personas entre 20 y 24 años terminan este ciclo. Peor: en los últimos 15-20 años, Uruguay es el país que muestra menos progreso en la región: en Brasil, por ejemplo, los jóvenes con educación secundaria pasaron del 37% en el 2001, al 62% en 2014.
AÑOS DE EDUCACIÓN (gráfico 2): según la Encuesta Continua de Hogares (INE), el promedio de años educativos de jóvenes entre 20 y 24 permanece prácticamente estable desde el 1991.
PRUEBAS PISA (gráfico 3): según las pruebas PISA (OCDE/ANEP), la educación uruguaya es de muy baja calidad. Nuestros estudiantes no solo puntúan por debajo de sus pares en Europa y Asia, sino que la evolución de los puntajes (de 2003 a 2012) indica un deterioro del aprendizaje. Cerrá y vamos
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