En “Búsqueda” del pasado jueves 7 de julio, se publican datos y perspectivas escalofriantes de un estudio del INEED (Instituto Nacional de Evaluación Educativa). Su director ejecutivo, Mariano Palamidessi, afirmó que el sistema educativo uruguayo “es una máquina de producir desigualdad”, que está formando “dos razas distintas”: una que “va a poder entender los problemas que enfrenta”, y otra que “no los va a poder entender”, pero al mismo tiempo “es convocada a decidir y a participar”. En otras palabras, que la mitad de la población se está embruteciendo: si fueran gringos votaban a Trump, si fueran ingleses al Brexit; y siendo uruguayos, están a merced de cualquier populista carismático, o cualquier maquinaria electoral que tenga con qué y se disponga a manipularlos. ¿Les suena? Ante tamaño descalabro, el discurso frenteamplista resulta criminal y patético. Criminal cuando hablan desde el gobierno y se llenan la boca con las cifras del “país de papel”. Patético cuando hablan desde la “fuerza política”, borracha de utopismos financiados con la desgracia de la gente. Véase: en la página anterior al informe del INEED, “Búsqueda” publica un reportaje a Roberto Conde, uno de los candidatos a presidente del F.A., que nos ilustra acerca de la “izquierda trascendente”, que supone “una visión histórica de transformación que busca una etapa que ahora se ha dado en llamar poscapitalista, pero llamémosla una nueva etapa civilizatoria. El corazón ideológico de nuestra interpretación de la realidad es que el capitalismo no puede resolver la crisis de la civilización contemporánea y que por tanto hay que buscar un nuevo replanteo”. ¿Será que Wilson Netto, Celsa Puente, la FENAPES y toda la murga educativa no se enteraron de la nueva etapa civilizatoria? ¡Salgan del tupper, muchachos, que se quema el rancho!