En las elecciones internas del Frente Amplio celebradas ayer, votaron menos de 100.000 personas. La cifra exacta aún no se conoce, pero a las 18.30 habían votado 92.000 frenteamplistas y las mesas cerraban a las 19.
En comicios similares realizados en el año 2012 (en los que fue elegida presidente del FA la senadora Mónica Xavier), habían votado 170.000 personas; y cuatro años antes lo habían hecho 222.000.
Hay un descenso pronunciado, evidentemente, en el caudal electoral del FA. Los propios frenteamplistas daban por descontado que ese descenso se produciría; las discrepancias se daban en la estimación de la merma, pero no en cuanto a que habría merma.
Quizás por eso, es decir, porque esperaban un mal resultado, aparecen hoy tantos en las redes sociales celebrando la votación de ayer como si fuera un éxito. Como algunos, abriendo el paraguas, decían que a lo sumo obtendrían unos 70 u 80 mil votos, los casi cien mil los dejaron contentos.
No cabe engañarse, sin embargo; 70 mil votos menos no son moco de pavo. El Frente ya no es de teflón; episodios como los de Ancap, el título del licenciado, el aumento de impuestos, las pautas salariales, la declaración de esencialidad en la educación, los desplantes de María Julia Muñoz, etc., van dejando huellas y mellas aun en el ánimo de los más entusiastas. Por algo figuras tan caracterizadas como l Esteban Valenti o Richard Read, no fueron a votar, y otros como Alfredo García -el director del semanario Voces- anunciaron que lo harían en blanco.
Claro que los colorados tenemos problemas más graves que los que tiene el FA; por algo ellos están en el gobierno, con mayoría propia, por tercer período consecutivo, y nosotros estamos donde estamos.
Pero también es cierto que no tratamos de disimular nuestra situación; el día mismo de la última elección nacional dijimos que votamos muy, pero muy mal.
Los frenteamplistas, en cambio, festejan 70 mil votos menos.
Allá ellos; podrán engañarse ellos mismos, pero no engañan a nadie más.