Con la leyenda del título están enchastrados muros y paredes de los barrios montevideanos, en amarillo y negro, junto a otras leyendas de fanatismo faccioso, con todo y firma. En “Batlllismo Abierto” la mitad más uno somos de Peñarol, lo que no nos impide censurar del modo más enérgico a la piara de delincuentes que se ampara en nuestros colores para cometer toda suerte de atropellos, en el estadio y fuera de él. Para ellos, nuestro visceral repudio. Pero nos ocupa el otro lado, el lado de los ciudadanos de bien, de los hinchas del futbol, de las familias que van a tomar sol, de los que venden panchos, de los que viven del deporte y del espectáculo. De todos los que cuentan con que prevalezca cierto orden, ciertas garantías, cierta previsibilidad, la que hace a la convivencia civilizada. De los que cuentan con las instituciones públicas, con la OSE para que suministre agua no contaminada, con la UTE para que no haya apagones, con el BPS para que pague las jubilaciones (magras, pero es lo que hay…), con la Intendencia para que recoja la basura (ahí ya se complicó) y con la Policía para que mantenga el orden, prevenga el delito, persiga y capture a los delincuentes. ¿Quién pinta “la calle es nuestra”? ¿Quién financia la pintura? ¿Quién monta el operativo, traslada al personal y los materiales y hace el aguante?¿El muro del vecino, que acaba de pintar su frente con el medio aguinaldo, es de ellos? ¿La calle es de ellos? Si lo es, como parece, resulta más fácil entender que se apropien de una tribuna o de un estadio entero. La incompetencia policial, que quedó patéticamente de manifiesto en el operativo del clásico, es la misma de todos los días, en cada esquina de Montevideo. Pobres milicos que van al frente (contra hordas desquiciadas que no conocen límites), regalados por sus mandos en el fracaso cotidiano de prevenir y perseguir al delito y a los delincuentes. La renuncia de Bonomi & Vázquez seguramente no arregle todo. Pero sin la renuncia de esta patética dupla, no cambia nada.