En noviembre de 2008, el MIDES organizó el «Seminario iberoamericano – Renta básica universal: ¿derecho de ciudadanía? – Perspectivas europeas y latinoamericanas» (1). En diciembre de 2012, el diputado Sánchez del MPP anunció que su sector plantearía el tema: «Si en el siglo pasado se abolió la esclavitud, ¿por qué no abolir ahora la pobreza?», señaló el diputado, y consideró este expediente como la forma de lograrlo, dice la crónica. Estoy seguro que Sánchez, con lo que habrá leído en estos años, ya no repetiría tamaña burrada. Tampoco el resto de aquellas declaraciones, como «el tema viene siendo analizado a nivel mundial desde el siglo XVII, cuando Tomás Moro lo planteó en su libro La Utopía»; y agregó Sánchez que podríamos financiar la RBU con el petróleo submarino (2). El petróleo no existe y aquel libro, en rigor, se llama «Utopía» a secas; y si Sánchez, en este tiempo, se tomó el trabajo de leerlo (es cortito), habrá quedado espantado con la descripción del gulag de Moro. Nada que ver con la renta básica universal (en adelante RBU). La RBU, en cambio, tiene que ver con las modernas preocupaciones del humanismo liberal, en el sentido más clásico de ambos términos. Los talibanes de la RBU rastrean sus orígenes hasta Hammurabi; pero el gurú contemporáneo es Anthony Atkinson (que murió el 1º de enero de este año), uno de los númenes de Thomas Piketty (que está de moda). Y muy recientemente, a mí me conmovió la perspectiva de Yuval Noah Harari (su último éxito de público y crítica es «Homo Deus»; versión milenial en un «TED Dialogue», el nuevo formato de las «TED Talks») (3). Agréguese a estas referencias las notas que semana por medio le dedica El Economista y los casos reales, desde Finlandia hasta la India, y se apreciará la dimensión y complejidad del tema. Como para casi todo, hay infinita literatura disponible en internet, pero el completo de la casa está en la página de «BIEN» (Basic Income Earth Network) (4). Al cabo, la RBU no admite un «SÍ» o un «NO» categóricos, sino que reclama un «SÍ pero» o un «NO pero» (o todo lo contrario…).
Cortando (muy) grueso
El concepto de RBU ofende uno de los pilares de la civilización judeocristiana: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente» (supongo que en las otras tradiciones milenarias habrá algo por el estilo). En efecto, el trabajo es una ley de dios (más precisamente, un castigo). Argumentos morales, sociales, económicos, existenciales, estadísticos y electorales, suman y restan al mandato divino.
Harari, en su bombardeo de tesis removedoras, dice que entre los algoritmos, la robótica y la biocibernética, en unas décadas, legiones de marginales poco o nada educados, a los que se sumarán meritorios contadores, torneros, abogados, guardas de CUTCSA, árbitros de fútbol y cajeros de AEBU (por nombrar algunos condenados seguros) serán apenas carne con ojos, no tendrán nada que hacer, carecerán de las habilidades indispensables para integrarse a cualquier ocupación que agregue valor, no tendrán trabajo posible. Para Harari, pues, la consideración de la RBU es de orden funcional: o repartimos o alambramos… Y advierte que este asunto, como todos los verdaderamente importantes que desafían al futuro de la humanidad, no puede resolverse a escala nacional, sino global. Claro que antes tendríamos que coincidir (una entidad de gobierno global hoy inexistente) en qué es «básica» y qué es «universal»; y eso es solo el principio…
Atkinson, que combina la RBU con el «tipo único» de IRPF, desarrolla tres dimensiones: (1) ética: una sociedad civilizada debe asegurar un ingreso mínimo decente a todos sus miembros; (2) estadística: bajo ciertos supuestos, la RBU se paga con un aumento marginal en la carga impositiva; y (3) económica: en cuanto «la aritmética no incluye el comportamiento humano», se abre el abanico de efectos no deseados: el riesgo moral, el desincentivo para el trabajo, el impuesto negativo al ingreso, el salario de reserva, las trampas de pobreza, siguen firmas. Atkinson, en contra de los talibanes de la RBU, admite matices a la universalidad y a la incondicionalidad: propone exigir una contrapartida a quienes no están vinculados al mercado laboral formal, procurando que el beneficiario se mantenga integrado al grupo que le provee su ingreso, a través de trabajo comunitario, o aún, de la mera búsqueda de una ocupación formal.
A cuenta de mayor cantidad
En las páginas de RBU suele haber «Preguntas frecuentes». Con base en las de «BIEN» y algunos agregados, va una lista (necesariamente incompleta) a continuación. Cada pregunta admite más de una respuesta; pero su solo enunciado deja en claro la inmensidad del tema.
1. Cómo se define «renta».
2. Cómo se define «básica».
3. Cómo se define «universal».
4. Controles, evaluaciones, resultados.
5. RBU en efectivo o en especie.
6. RBU periódica o en una sola entrega.
7. RBU para nacionales o también para extranjeros.
8. RBU para residentes, ciudadanos, indocumentados.
9. RBU para nacionales no residentes, hijos de nacionales, jus sanguini o jus soli.
10. RBU por persona o por familia.
11. RBU para adultos o también para niños.
12. RBU a jubilados y pensionistas.
13. RBU a presos.
14. RBU redistributiva.
15. RBU distributiva.
16. RBU independiente o proporcional al ingreso.
17. RBU adicional o excluyente a otras prestaciones sociales.
18. RBU como ancla de la pobreza.
19. RBU como desincentivo al trabajo.
20. RBU como impuesto negativo al ingreso.
21. RBU independiente de la condición laboral.
22. RBU independiente del desempeño laboral.
23. RBU independiente de la voluntad de trabajar.
24. RBU independiente del estado del erario.
25. RBU anclada a una regla o ingreso público específico.
26. RBU más cara si no está condicionada.
27. RBU versus seguro de desempleo.
28. RBU versus otros subsidios.
29. RBU versus créditos fiscales.
30. RBU versus exoneraciones impositivas.
Y hay un montón más, de preguntas y de respuestas. Incluso algunos impúdicos se plantean el efecto electoral, no ya de la RBU, sino de su mera propuesta (en principio, el efecto es lineal: el que la propone gana, el que se opone pierde; salvo en Suiza…). Lo que me parece claro es que la responsabilidad, la racionalidad, la moralidad, la sensibilidad, la sostenibilidad, no están todas de un lado o del otro, sino entreveradas en una ancha zona de frontera; ni-ni, diría. Ampliaremos.
(1)http://www.mides.gub.uy/innovaportal/file/6684/1/libro_renta_basica.pdf
(3) http://blog.ted.com/watch-live-yuval-harari-in-conversation-with-teds-chris-anderson/
Columna publicada en Montevideo Portal.