19 abril, 2024

El Pospedrismo

Por Miguel Manzi

Con la renuncia de Pedro Bordaberry a una nueva precandidatura a la presidencia de la República, se cierra el “ciclo pedrista” del Partido Colorado (PC) que inició, digamos, en 2005, cuando Bordaberry fue candidato a intendente de Montevideo. Recordemos que el Partido venía de sufrir la peor derrota de su casi bicentenaria historia en las nacionales de 2004, bajo la candidatura de Guillermo Stirling, que registró el 10% de los votos. El desempeño de Bordaberry, alcanzando meses después el 27% de las preferencias montevideanas, fue una correntada de aire fresco que matizó las miasmas de aquel penoso resultado, alentó la expectativa de una recuperación partidaria, y funcionó como impulso propiciatorio del liderazgo bordaberrista. En 2009, la candidatura presidencial de Pedro Bordaberry juntó el 17%; pero en 2014 volvió a caer al 13%. Al cabo, quedó de manifiesto que Bordaberry no le ganaba a nadie… salvo a todo el resto de los candidatos colorados. En efecto, en las elecciones internas previas a cada elección nacional, Bordaberry, al frente de su sector Vamos Uruguay, obtuvo siempre holgadas mayorías. En tal virtud, hasta el presente la Convención y el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido se integran con amplia mayoría de miembros de Vamos Uruguay. Días atrás, esas mayorías eligieron de sus filas al nuevo Secretario General del CEN, el diputado por Canelones Adrián Peña, apoyado también por la unanimidad de los sectores y dirigentes partidarios relevantes.

Lo transitorio y lo permanente

El sector Vamos Uruguay, sin la conducción de Pedro Bordaberry, está llamado a deshilacharse. Sobran los antecedentes, históricos y modernos, de sectores mayoritarios o gravitantes en la vida del Partido que no resistieron el alejamiento o la declinación de su conductor original. Para el caso concreto de Vamos Uruguay, en adición, quien fuera su artífice construyó su personalidad política defendiendo posiciones que, según los criterios tradicionalmente admitidos, en el arco ideológico corresponde describir como “de derecha”: sobre la regulación del aborto, la marihuana, la nueva agenda de derechos en general; el rezago en la atención a sectores vulnerables, servicio doméstico, trabajadores rurales; el énfasis de su última campaña presidencial, la seguridad pública, encarnada en la baja de la edad de imputabilidad; que perdió por un pelo, aunque Bordaberry perdió por goleada, evidenciando que hay reflejos criollos que atraviesan transversalmente a todos los partidos políticos. Sin embargo, ese rasgo conservador del Uruguay nunca fue mayoría en el PC; ni siquiera en las trágicas horas del combate a la guerrilla tupamara. Jorge Pacheco Areco, quien asumió la presidencia tras la muerte del Gral. Oscar Gestido, provenía del cerno del Batllismo; que nunca dejó de ser mayoría en el PC, aun cuando prevalecieran ocasionalmente gajos desprendidos de la ortodoxia fundacional. Pedro Bordaberry fue la excepción a esa regla. Bajo su liderazgo ganó lugar la frase “el Batllismo ahora está en el Frente” (simplificación que se instaló desde la academia hasta el boliche, equívoca y vulgar por razones que escapan al objeto de esta columna). Y con este sello discurrió la transición de Jorge&Julio, dos gigantes políticos que protagonizaron 60 años de la vida del Partido y del País, cuya estela hubo de navegar Pedro. Ahora la transición ya pasó; y Pedro también.

¿Y dónde está el piloto?

El proceso que está viviendo el Partido Colorado no es original: partidos otrora poderosos han menguado y están menguando hoy mismo en todo el orbe. La particularidad del PC es su mayor antigüedad y su recurrente ejercicio del Poder Ejecutivo. Ser “partido de gobierno” durante la mayor parte de la historia patria tiene múltiples derivaciones, entre ellas la constante alternancia de liderazgos vigorosos, que trascendieron largamente las fronteras partidarias, despertando adhesiones y rechazos en toda la ciudadanía. Hoy, el PC sigue contando con elencos técnicos y dirigentes políticos de primera, de sólida formación e intachable trayectoria de servicio. En cambio, no exhibe liderazgos que provoquen al conjunto de la sociedad (o si se prefiere, al conjunto de los círculos que se informan y que forman opinión). Este hecho notorio viene funcionando como aliciente y estímulo para varios correligionarios que están pidiendo cancha. Enhorabuena. Múltiples precandidaturas animan la vida partidaria, propician nuevas adhesiones y fortalecen las organizaciones sectoriales. Pero necesitan un crisol donde sintetizarse.

Un punto de apoyo o una piedra en el pescuezo

Hay correligionarios que sostienen que el Partido se expresa a través de sus sectores; puede ser; pero yo creo que también debe expresarse como Partido. Tal expresión orgánica es mucho más difícil de instrumentar cuando no hay liderazgos consagrados; pero es también cuando la discusión y la acción orgánicas resultan más necesarias. ¿De qué otro modo puede resolverse la iniciativa de Tabaré Viera de llevar a cabo una interna anticipada? ¿Qué otro marco puede darle sentido y garantías a las elecciones de la juventud que deberían realizarse este año? ¿Quién otro puede hacerse cargo de re-crear los Comités Ejecutivos Departamentales allí donde solo quedó tierra arrasada? ¿En qué otro ámbito se discutirá la posición de la colectividad respecto a la Concertación en Montevideo? ¿Cómo se procesa la posición del Partido en los temas políticos que nos sacuden a diario? ¿Hacia dónde debe mirar la opinión pública cuando quiere conocer la opinión partidaria? La renuncia anticipada de Pedro Bordaberry, candidato presidencial del Partido en las dos últimas elecciones y conductor del sector mayoritario en la interna de la colectividad, cuando no hay un liderazgo de reemplazo consagrado, obliga a renovar la vocación colectiva, para aventar los riesgos de la disolución, y para evitar que los lances del período electoral se reduzcan a aventuras personales, libradas al carisma o a la billetera de los candidatos de turno (ambas cosas, digo de paso, también necesarias). El apoyo que la elección de Adrián Peña como secretario general recibió de todos los dirigentes relevantes del Partido, expresan la expectativa y el deseo de que la secretaría del Diputado Peña sea capaz de resignificar la orgánica partidaria. Que así sea, para que en su marco y a su amparo puedan prosperar los liderazgos del pospedrismo.

 

Columna publicada en Montevideo Portal.

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