El sábado pasado, en la clausura de la Exposición Rural, la banda militar ejecutó la «marcha de Tres Árboles».
Esa marcha es, desde hace más de medio siglo, el himno del Partido Nacional; todo el país la reconoce como tal.
Los militares no pueden realizar actos políticos de ningún tipo, salvo el voto (Constitución, artículo 77, numeral 4o.). Cuando una banda del Ejército toca el himno de un partido político, puede entenderse que está emitiendo una señal política. Especialmente, cuando ello sucede en momentos en que es notorio que hay malestar en las Fuerzas Armadas por la sanción impuesta al Comandante Manini Ríos, así como por el proyecto de ley que modifica los retiros militares que está actualmente a estudio del Parlamento.
Varios legisladores de la oposición -Adrián Peña, Javier García, Pablo Mieres y yo- criticamos el hecho indicado y reclamamos que, en cumplimiento de la Constitución, las bandas musicales de las FF.AA. se abstengan de ejecutar himnos partidarios. Si esos himnos figuran en el repertorio de las bandas, lo que corresponde es excluirlos de allí. Lo digo con relación a la marcha de Tres Árboles, y diría exactamente lo mismo si se tratara del himno del Partido Colorado.
La opinión expresada generó réplicas de variado tenor. Tomo nota de las discrepancias planteadas con respeto, e ignoro los insultos que me fueron prodigados por quienes están intoxicados por su propio fanatismo.
Más allá de los insultos, lo que quiero rechazar enérgicamente son un argumento y un sentimiento esgrimidos contra lo que dije.
El argumento sería algo así como que no se debe criticar nada que vaya contra el Frente Amplio y su gobierno. Según este criterio, si una banda militar ejecuta el himno de un partido opositor hay que aplaudirla, porque es contra el Frente, y contra el Frente vale todo, aunque esté reñido con la Constitución. Pues bien: discrepo, radicalmente con esa posición. El gobierno que tenemos fue elegido libremente por la ciudadanía. Me opongo a él por todos los medios habilitados por la Constitución y aspiro a derrotarlo en las próximas elecciones, pero de ninguna manera estoy dispuesto a ir ni un paso más allá de lo que la Constitución permite y estaré siempre en contra de quien lo haga..
En segundo lugar: advierto en algunos de los que me atacan un fuerte sentimiento de nostalgia por la pasada dictadura y por el «orden» que ella impuso. Yo repudié y repudio tanto a la dictadura como a la violencia guerrillera que la precedió y ambientó. Soy, ante todo, un demócrata y un defensor del Estado de Derecho, por inalterable convicción y con absoluta independencia del color político del gobierno de turno.
Los lectores de esta página saben cómo pienso; no tienen derecho a sentirse desilusionados ni defraudados cuando defiendo -en el acierto o en el error- lo que entiendo que es la recta aplicación de la Constitución.
No busco ni quiero el apoyo de los autoritarios de ningún signo ideológico, ni mucho menos el de los nostálgicos de la dictadura.
En esta página, no son bienvenidos.