A continuación, les ofrecemos algunos extractos de la versión taquigráfica de la Comisión de Constitución, Códigos, Legislación General y Administración de la Cámara de Diputados del pasado miércoles 15 de junio. Encontrarán algunos pasajes de lo que fue un interesante debate sobre la laicidad del Estado, referida en particular a las Fuerzas Armadas.
COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN, CÓDIGOS, LEGISLACIÓN GENERAL Y ADMINISTRACIÓN
Sesión del día 15 de junio de 2016
Asisten autoridades del Ministerio de Defensa Nacional
SEÑOR PRESIDENTE (Daniel Radío).- La Comisión tiene el gusto y el honor de recibir a una calificada delegación del Ministerio de Defensa Nacional, integrada por el ministro, señor Eleuterio Fernández Huidobro, por el profesor Hernán Planchón, director general de Secretaría, por el general Guido Manini Ríos, comandante en jefe del Ejército y por el coronel Antonio Olano, ayudante de Ejército.
En la sesión pasada el señor diputado Ope Pasquet hizo un planteo requiriendo la comparecencia del Ministerio por lo cual, sin más trámite, vamos a ceder el uso de la palabra para que haga una introducción y, eventualmente, formule las preguntas que estime pertinentes.
SEÑOR PASQUET (Ope).- Muchas gracias, señor presidente: me sumo a sus expresiones de bienvenida a la delegación que nos visita.
Días pasados ‑creo que fue exactamente el 19 de mayo‑ el semanario Búsqueda publicó una crónica de una misa que se había realizado el día anterior en la Catedral Metropolitana para celebrar los doscientos cinco años del Ejército Nacional. A esa misa ‑que según se dice se realizó a pedido de varios oficiales católicos‑ concurrieron el señor comandante en jefe del Ejército, el señor comandante en jefe de la Fuerza Aérea, algunos oficiales generales y superiores, todos ellos uniformados. En el desarrollo de la misa hicieron uso de la palabra, dando lectura a textos bíblicos, un general, un coronel y no sé si algún otro oficial superior. Al cierre de la ceremonia religiosa hizo uso de la palabra el señor comandante en jefe del Ejército quien, en nombre del Ejército Nacional, agradeció al cardenal Sturla por haber presidido la ceremonia, oficiado la misa, etcétera.
Hay algún otro detalle que también surge de la crónica: había personal del departamento de comunicaciones del Ejército que estaba tomando fotografías y filmando la ceremonia religiosa. Afuera ‑esto no lo dice la prensa: me lo informaron otras personas‑ había algo así como una docena de vehículos del Ejército Nacional. Y otro detalle ‑a mi juicio no poco relevante‑ es que la invitación para la asistencia a esta ceremonia se cursó a través del servicio de comunicaciones institucional del Ejército, que llega a los oficiales.
Todo esto nos genera alguna pregunta y comentario. Por supuesto que no es relevante, no llama la atención que alguna persona pueda asistir a una ceremonia religiosa, sea el comandante en jefe del Ejército o cualquier habitante de la República. Pero una cosa es la asistencia individual, personal, en ejercicio de la libertad de cultos que reconoce la Constitución a todos los habitantes del país, y que nadie niega, y otra es una participación institucional del Estado uruguayo ‑a través de cualquiera de sus organismos‑ en una ceremonia de carácter religioso, sea de la religión católica o de cualquier otra.
Aquí hay elementos de juicio que nos hacen presumir que efectivamente esto no fue una suma de decisiones individuales y espontáneas, sino una participación institucional, encabezada por el comandante en jefe del Ejército, con una serie de elementos que he ido señalando en esta brevísima reseña y que contribuyen a realzar ese aspecto institucional del Ejército en esta ceremonia.
También es significativo a mi juicio que este no es un hecho aislado, algo que irrumpa sin antecedentes de tipo alguno en el escenario nacional, porque meses atrás se produjeron hechos que nos llevaron a hacer pedidos de informes al Ministerio de Defensa Nacional. Nos enteramos a través de la prensa que en el ámbito del Hospital Militar se había creado un Departamento de Asuntos Religiosos y que al frente de este departamento se había designado a un sacerdote católico. Preguntamos si esto era así y, en caso afirmativo, cuáles eran los motivos, y de acuerdo con nuestra solicitud, nos mandaron copia de la resolución que efectivamente creó este departamento. Concretamente, esta resolución de fecha 22 de diciembre de 2014, dice: «Visto.- Lo dispuesto por Resolución de Arquidiócesis de Montevideo de 30 de diciembre de 2013, por la que se designa como Capellán de la Capilla del Hospital Militar al Pbro. Genaro Lusararian.- Considerando.- La conveniencia de coordinar y regular las actividades religiosas en el ámbito de Sanidad Militar, asegurando la asistencia espiritual a aquellos usuarios que así lo requieran». Luego, atendiendo las condiciones personales del presbítero Lusararian, quien es coronel en situación de retiro, etcétera, se resuelve: «1°. Crear el Departamento de Asuntos Religiosos, dependiente del señor Director Nacional de Sanidad, con la misión de coordinar y regular las actividades religiosas en el ámbito de Sanidad Militar, asegurando la asistencia espiritual a los usuarios que así lo requieran.- 2°. Desígnase al Cnel (R) Pbro. Genaro Lusasarian como Jefe del Departamento de Asuntos Religiosos.- 3°. Todo religioso, cualquiera sea su confesión, previo a desarrollar cualquier actividad, incluyendo visita a salas en el Hospital Central, deberá coordinar previamente con el Sr. Jefe del Departamento de Asuntos Religiosos».
Francamente, me parece absolutamente insólito que el Estado uruguayo entienda que tiene competencia para asegurar la asistencia espiritual y que deba coordinar actividades religiosas y, además, está reñido con el artículo 5° de la Constitución de la República, que dice que el Estado no sostiene religión alguna. El Estado uruguayo no es competente en materia religiosa ni para llevar tranquilidad espiritual ni para llevar incertidumbre: no se mete en materia religiosa.
En respuesta a mi pedido de informes se me dijo que «no se ha concretado el funcionamiento del mencionado Departamento, encontrándose a estudio desde el mes de febrero del corriente» ‑año 2016‑ «la modificación del Reglamento de Organizaciones y Funcionamiento de la Dirección Nacional de Sanidad de las Fuerzas […] que será aprobada por Decreto del Poder Ejecutivo». Esta respuesta a mi pedido de informes es de fecha 19 de abril de 2016 y lleva la firma del señor ministro de Defensa Nacional.
Es decir que la vigencia de la resolución está suspendida; no se dice que el Departamento de Asuntos Religiosos se haya suspendido específicamente a raíz de este tema: no sabemos si fue por este motivo o por cualquier otro que tenga que ver con la organización y el funcionamiento de la Dirección Nacional de Sanidad de las Fuerzas; seguramente el señor ministro nos podrá decir algo al respecto. Pero creo que las explicaciones del señor ministro de Defensa Nacional merecen análisis en este ámbito en el sentido de que, primero, una repartición a su cargo se arrogue la competencia ‑que no tiene‑ de proveer la asistencia espiritual de las personas y que, para hacer eso, entienda que lo pertinente es designar a un sacerdote católico cuya misión sería regular la actuación de otros sacerdotes, eventualmente de otras religiones, en las actividades a desempeñar en el Hospital Militar.
Este tampoco fue un hecho sin antecedentes porque poco tiempo atrás con respecto a la fecha de las publicaciones en la prensa y a mis pedidos de informes que guardan relación con eso ‑no en la sucesión estrictamente cronológica de los hechos‑, se había difundido que se iba a hacer una inauguración de la capilla del Hospital Militar, creo que en la fecha coincidente con la del fallecimiento del prócer, el 23 de setiembre. El diario El País anunció que a esa ceremonia iba a asistir el cardenal Sturla y yo hice un pedido de informes a propósito de esa situación.
Entonces, mirando el panorama en su conjunto, uno tiene la impresión de que hay una aproximación notoria entre las Fuerzas Armadas, en particular el Ejército, y la Iglesia Católica, a través de todos estos hechos que vengo señalando. Y francamente me preocupa que eso sea así, no por tratarse de una religión en particular; pasaría lo mismo con cualquier religión. El Estado uruguayo es laico y todas sus instituciones deben ser tan laicas como el Estado mismo: no hay previsión que habilite a hacer excepción alguna. Nuestra Constitución no reconoce ninguna excepción en esta materia.
SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA NACIONAL.- Muchas gracias por la invitación para concurrir a esta Comisión. Para la tranquilidad del señor diputado Pasquet, quiero comenzar diciendo que fui consultado y soy totalmente responsable de la concurrencia a la misa ofrecida por el señor cardenal Sturla porque, en primera instancia, personalmente no sentí que violaba ninguna laicidad y hasta me pareció que era una retribución, porque él es asiduo concurrente a las ceremonias militares. No se nos ocurre prohibirle la entrada a ningún religioso ‑aun con sus atavíos que representan a muchas religiones‑ a ceremonias del Ejército o de las Fuerzas Armadas. Yo no creí que estaba violando la laicidad ni mi voluntad era violar la laicidad, de la cual soy partidario.
SEÑOR MANINI RÍOS (Guido).- En primer término, quiero decir que tengo bien claro lo que dispone el artículo 5º de la Constitución de la República en cuanto a la laicidad. Soy profundamente respetuoso de ese artículo y comparto su espíritu. Ese respeto me viene hasta por razones familiares. En el año 1913, cuando mi abuelo fundó el Partido Colorado General Fructuoso Rivera, uno de los puntos centrales de su plataforma política era la separación de la iglesia del Estado, lo cual se va a concretar pocos años después, en la Constitución de 1917. Es decir que siempre fui profundamente respetuoso de la laicidad porque entiendo, además, que es conveniente serlo.
Dicho esto, con total respeto quiero expresar que estoy firmemente convencido de que el 18 de mayo pasado no se violó la laicidad ni el espíritu del artículo 5º de la Constitución.
Aclaro que fui a esa misa como comandante en jefe de la institución homenajeada: se trataba de un homenaje al Ejército Nacional; entendí que debía estar presente y concurrí, no a un acto religioso, sino a un acto social en el cual se homenajeaba a la institución que comando, como fui en reiteradas ocasiones, en el año y pico que llevo en el cargo, a la Asociación Patriótica del Uruguay, a la Sociedad Criolla Elías Regules, a algún club de Leones, a algún club de baby fútbol, etcétera. Hace pocos días, el barrio Rampla de Artigas hizo un homenaje al Ejército Nacional por su actuación en las inundaciones y también concurrí. A todas estas instancias concurrí uniformado, porque fui representando al Ejército Nacional. En este caso fui a un acto social en el cual se homenajeaba al Ejército Nacional; entendí que yo debía estar presente.
SEÑOR PASQUET (Ope).- Han sido muy ilustrativas las exposiciones, tanto del señor ministro como del señor comandante en jefe del Ejército, porque nos permiten advertir que hay puntos en los que, felizmente, coincidimos. Me congratulo de que ellos no tengan la intención de violar la laicidad, pero hay versiones divergentes sobre algunos hechos y conceptos sobre los cuales es claro que no estamos de acuerdo.
Lo que tenemos por cierto y claro es que el Estado uruguayo no sostiene religión alguna y que en estos temas no se mete.
Yo no puedo aceptar las explicaciones del comandante cuando dice que él asiste a la misa del 18 de mayo como quien va a un acto social, como si fuera un acto de una comisión de fomento o de un club de fútbol. No, no; entiendo que claramente no fue así, porque el señor comandante participó del acto religioso: se arrodilló frente al altar y oró, lo cual es lógico en personas que van a una misa.
Tenemos al jerarca de la institución, al comandante en jefe del Ejército, yendo en carácter de tal a participar, con todas la de la ley, en una ceremonia religiosa. Y cuando digo «con todas la de la ley» quiero decir íntegramente, participando, inclusive, en las plegarias propias de esa ocasión religiosa.
Esto está claro; esto surge de los hechos. No ha sido desmentido; no ha sido controvertido. Estamos discutiendo sobre la interpretación, pero el hecho en sí mismo es bien claro. Esto choca con el artículo 5° de la Constitución y con normas legales, porque en 1911, en tiempos en que el doctor Pedro Manini Ríos integraba el Poder Ejecutivo, promulgó conjuntamente con el presidente Batlle y Ordóñez la Ley N° 3.768, de 22 de mayo de 1911, cuyo artículo 2° dice: «El Ejército no concurrirá a ceremonia religiosa alguna.- Los jefes, oficiales y soldados pueden hacerlo individualmente.» Es lo que estamos sosteniendo. Individualmente cada cual va donde quiere o no va, pero el Ejército, como institución, no puede ir, como dice la ley, a ceremonia religiosa alguna. Acá se ha violado la ley y se ha menoscabado el principio constitucional de laicidad.
Yo tomo debida nota de que todo esto ocurrió, no solamente con el conocimiento, sino con la autorización del señor ministro, lo cual refuerza la convicción que surge de los propios hechos de que esto no fue una cuestión privada y espontánea, porque si alguien siente que tiene la obligación de comunicar y otro siente que debe autorizar es porque hay una participación institucional. Me parece bien claro.
SEÑOR GOÑI REYES (Rodrigo).- Escuchaba las precisiones y aclaraciones del señor ministro y, en especial, del señor comandante en jefe del Ejército. A mi manera de entender, todas las acciones, todos los hechos que aquí se han mencionado están amparados por la Constitución de la República, en especial, por su artículo 5°.
SEÑOR UMPIÉRREZ (Alejo).- En un principio se confundió laicidad con laicismo. Luego aparece la visión del laicismo como abstención. La abstención refería al hecho religioso fuera de los espacios públicos. Como última cosa aparece lo que yo apoyo y sustento, que es una visión de laicismo incluyente, en el que la religión no queda confinada a los espacios privados, sino que se puede expresar en los espacios públicos, como puede ser una capilla en un liceo militar. Inclusive, aparece el derecho a realizar actos de fe en el interior de una institución, como discutimos recientemente en el Parlamento.
Pero una cuestión es el hecho religioso y otra, la vinculación de jerarquía a jerarquía, de organización a organización, del Estado con la Iglesia. Ahí ya salgo del ámbito de la expresión privada de mi fe o de la posibilidad de ejercerla aun en ámbitos públicos, para pasar a una relación institucional.
Creo que no se actuó bien, que no es correcto, y no por la religión católica, con la que tengo más afinidad espiritual, histórica y de comunidad de vida; lo hubiera dicho igual con cualquier otra. Entiendo que está ínsito el hecho de que había un conocimiento de que esto de alguna forma traspasaba el contenido de la normalidad; por eso la solicitud de autorización y el otorgamiento de esa autorización. Ahí está el nudo de la cuestión. En estos casos, ante la duda, lo que prima es la abstención. Sin pretender hacer traspasos de contenidos de una cosa a otra, todos sabemos que el derecho ambiental tiene un derecho precautorio: ante la eventualidad de hacer un daño al medioambiente, lo que hay que aplicar es la abstención. Creo que en cuanto a la laicidad también debe regir eso: ante la duda, la abstención antes que la lesión.
SEÑOR PASQUET (Ope).- A modo de conclusión de lo mucho que se ha dicho esta mañana voy a decir lo siguiente. Creo que la laicidad es uno de los logros importantes, valiosos, en la construcción histórica del Uruguay. La laicidad no es una antigualla de la que vamos viendo cómo nos deshacemos en este tiempo nuevo, en el siglo XXI. No; la laicidad fue una cosa muy importante que se hizo entre todos los uruguayos, y que al país le ha dado un gran resultado a lo largo de la historia, porque hemos vivido un clima de convivencia y de paz en materia religiosa que creo que arrancó cuando separamos las aguas y dijimos: que cada cual crea lo que quiera ‑esa es la libertad de cultos‑ y que el Estado no se meta; eso es la laicidad. Nos equivocamos cuando confundimos una cosa con otra y cuando decimos: no hay violación a la laicidad del Estado porque no se ha menoscabado la libertad de culto de nadie. Son ámbitos distintos. La libertad es para la persona; el Estado es laico, no interviene. Las instituciones del Estado no intervienen de ninguna manera, ni a favor ni en contra de ninguna religión. Esta es la laicidad en materia religiosa.
En Uruguay se produce con la segunda Constitución; por supuesto que el batllismo tuvo muchísimo que ver con toda esta obra, y bien que estamos orgullosos de eso los batllistas.
¿Que el batllismo fue, en algunos puntos de su prédica, jacobino? Sí, ciertamente que lo fue. No podemos no reconocerlo, porque así fue, pero dígase también, cuando se hace referencia a eso, contra qué Iglesia polemizaba el batllismo. No era la iglesia angelical y dulce de Juan XXIII; era contra la Iglesia antidemocrática y antiliberal del Syllabus, por ejemplo, que se despachaba con sus documentos en contra de los principios de la democracia y del liberalismo, con todas las letras. Era contra esa Iglesia que se arrogaba el derecho de decir lo que podían leer las personas, porque el Index seguía funcionando. Yo vi personalmente una carta de un alto dignatario eclesiástico uruguayo que, a fines del siglo XIX, autorizaba a un eminente patricio ‑que tiene una calle con su nombre‑ a que leyera determinado libro. ¡A finales del siglo XIX lo autorizaba a leer! La polémica era contra una Iglesia que actuaba así y, obviamente, la polémica tenía un tono propio de la época que a nadie se le ocurriría replantear hoy. Ni plantea la Iglesia sus pretensiones sobre la vida de la gente de la misma manera que las planteaba en el siglo XIX, ni planteamos hoy los defensores de la laicidad las cosas como se planteaban a principio del siglo XX. Es una evolución histórica que ha ido en los dos sentidos, y creo que el resultado para Uruguay ha sido muy bueno; ha sido un elemento importante para la construcción de la identidad nacional.
En cuanto a esta cuestión que desata todo el proceso de información y de averiguación, creo que ha quedado suficientemente claro, con todo lo que aquí se ha dicho, que en la misa del 18 de mayo ha habido una participación institucional en una ceremonia religiosa. Y eso, a mi juicio, está reñido frontalmente con la Constitución de la República y con la Ley N° 3.768, de 22 de mayo de 1911, cuyo artículo 2° dice: «El Ejército no concurrirá a ceremonia religiosa alguna». Creo que esto, desde el punto de vista jurídico, liquida cualquier controversia razonable que pueda haber.
SEÑOR PLANCHÓN (Hernán).- Quiero seguir el hilo argumental del diputado. Para analizar estos temas espirituales hay que saber separar muy bien el laicismo y la laicidad de lo antirreligioso. Ese fue un camino muy ahondado en el Uruguay del novecientos, que provocó sendas fracciones dentro del Partido Colorado. Nosotros tendríamos que sentirnos orgullosos del artículo 5° de nuestra Constitución, que da la libertad religiosa, pero no es antirreligioso. Esa fue una gran desviación del coloradismo. Acá estamos hablando de los temas religiosos, de la laicidad, del laicismo con respecto al Ejército Nacional. Otra gran desviación del coloradismo, que fue la antirreligiosidad…
SEÑOR PASQUET (Ope).- ¡Usted no puede hacer alusiones políticas! ¡Usted no es quién para hacerlas! Salga diputado si quiere y hablamos de política, pero no venga a hablar del coloradismo y del batllismo, porque usted no es ministro ni subsecretario, ni viene a dar ninguna opinión técnica.
¡Su intervención es una impertinencia!
SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA NACIONAL.- Mientras escuchaba las intervenciones de los señores diputados me di cuenta de que nosotros hemos cambiado; el Ministerio de Defensa ha cambiado.
Nosotros cambiamos. Vamos a ir a todos los lugares a los que nos inviten. Y estamos yendo a todos los lugares que nos invitan. Si mañana la francmasonería nos invita a su templo, iremos. Que les quede claro. ¡Cómo no! También vamos a ir. Sí. Vamos a ir a todos los lugares a los que se nos invite, porque el Ejército uruguayo quiere vincularse a la sociedad a la que pertenece con todas sus expresiones: deportivas, religiosas y demás.
Se acabaron otras épocas de ejércitos dependientes de un partido, de ejércitos construidos por un partido y al servicio de un partido.
Nosotros cambiamos. El mundo cambió. Estamos presenciando una guerra religiosa en la frontera de Armenia; hace pocos días, hoy, estamos presenciando esto en el mundo. Hace unas horas, el Congreso de Estados Unidos comenzó su sesión orando. ¿Cómo podemos ignorar lo que está pasando y decir que nos abstenemos porque tenemos dudas? ¿Cómo podemos decir que no nos metemos en cuestiones religiosas? El Ministerio de Defensa está estudiando profundamente cuestiones religiosas que hoy están en la base explicativa de guerras tremendas que nos están aquejando y que hace poco generaron una víctima en el Uruguay, ante la sorpresa de los uruguayos.
¿En qué planeta creemos que estamos viviendo? ¿En qué mundo? Yo sé bastante ‑poco interesa‑ cómo todo fue derivando en esto. Lo cierto es que son cuestiones religiosas las que hoy enfrentan los seres humanos. Viejas colectividades cristianas son perseguidas hasta la muerte en los desiertos de Siria e Irak. Son perseguidas otras condiciones religiosas en el Cáucaso. ¿O me estoy equivocando? Pueden no ser tan viejos los genocidios; pueden volver en cualquier momento; los estamos viendo en marcha. Detrás de ellos hay religiones militantes, muy militantes.
Entonces, el Ejército respeta la laicidad. Nuestra voluntad es esa. Obviamente, no queremos tocar un ápice el concepto de laicidad, nos parece excelente, pero estamos cambiando en el sentido de que queremos que nuestras Fuerzas Armadas salgan de adentro de los cuarteles, donde las recluyó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que hoy sigue diciendo: «Disuélvanse, que de la guerra nos hacemos cargo nosotros. Ustedes háganse cargo nada más que de la seguridad interna». Este es un fenómeno que hoy sigue presente en nuestro país. Viene del extranjero y estaba impuesto acá por una potencia imperialista, porque el Partido Colorado tenía un tratado militar secreto que ocultó al Partido Nacional y que nunca fue aprobado en este Parlamento. No se confiaba en la reacción de los blancos.
SEÑOR PASQUET (Ope).- La intervención del señor ministro merece varias respuestas que nos alejarían totalmente del tema objeto de esta convocatoria, pero algunas de ellas no pueden ser pasadas por alto.
Me queda claro que a juicio del señor ministro la respuesta frente al fenómeno del fanatismo religioso que genera guerras y tantas muertes en el mundo es que nosotros tomemos partido por alguna religión. Como no podemos permanecer ajenos a lo que está pasando, parecería que la respuesta es la de alinearse con alguien. Yo creo que, al contrario, nuestra laicidad ‑establecida en la Constitución‑ es la mejor solución que podemos adoptar frente al fenómeno de los fundamentalismos y los fanatismos que están en auge en el mundo y que pueden aparecer acá en cualquier momento.
En cuanto a que el Partido Colorado y los gobiernos del Partido Colorado hicieron acuerdos de defensa secretos con no sé quién ni cuándo, habría que ver a qué se refiere el ministro, y habría que estudiarlo. Esa afirmación me toma por sorpresa. Recuerdo que, a veces, las situaciones difíciles o de apremio requieren medidas de emergencia que no siempre pueden consultarse, ni corresponde que se consulten.
Cuando en 2006 Uruguay se sintió en peligro por eventuales amenazas argentinas, el presidente Vázquez llamó al presidente Bush y le pidió su apoyo y su ayuda en caso de que hubiera alguna contingencia bélica. Eso lo contó el propio presidente Vázquez, pero no en el propio momento, porque no fue a avisarle a los partidos políticos que lo iba a hacer. Lo contó tiempo después, cuando estaba conversando con estudiantes de un colegio católico. Entonces, no hablemos de cosas que se hacen sin consulta, porque de eso hay ejemplos recientes y bien claros en el ámbito de la propia fuerza política del señor ministro.
En cuanto a los ataques al coloradismo y al Partido, hay una fuerte veta anticolorada en la actitud del Ministerio de Defensa Nacional exhibida hoy en esta Comisión. El Partido Colorado, que ha hecho tanto en la historia de este país, que celebra sus 180 años, que ha sido factor fundamental en la construcción del Uruguay y sus instituciones, seguramente que en más de una oportunidad se habrá equivocado y habrá hecho cosas que se explican teniendo en cuenta el contexto histórico en el que se estaban produciendo. Acá no hay nadie que pueda arrojar la primera piedra ni nada por el estilo.
Creo que con todos los aciertos, desaciertos y el balance que quiera hacerse, el Uruguay y particularmente el Ejército Nacional le deben mucho más al Partido Colorado que al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros; que le debe seguramente unos cuantos muertos, y cosas positivas, que yo sepa, ninguna.
Yo estoy orgulloso de la tradición colorada. Creo que le ha hecho mucho bien al país y al Ejército. No creo que usted, señor ministro, pueda decir lo mismo.