En la tarde de hoy, viernes 19 de agosto, concurrirán a la Comisión de Asuntos Laborales de la Cámara de Representantes los miembros del Codicen y del Consejo de Enseñanza Secundaria (CES), así como los representantes sindicales de los docentes de esa rama de la enseñanza. La Comisión parlamentaria procura restablecer el diálogo, interrumpido hace varios meses, entre el sindicato y los referidos Consejos.
Los encontronazos entre la Federación de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) y el CES se vienen dando desde el mes de marzo de este año, por lo menos. Fenapes denunció entonces que, casi un mes después de iniciadas las clases, había unas 45.000 horas docentes sin cubrir. Al día siguiente contestó Celsa Puente, diciendo que las horas sin cubrir eran 15.500 y calificando de “infames exhibicionistas”, propaladores de “mentiras banales”, a quienes habían indicado la cifra anterior. Obviamente, ardió Troya. Fenapes reclamó públicamente al Codicen que evaluara la capacidad de Puente para ocupar su alto cargo, y pocos días después decidió cortar el diálogo con el CES. En mayo, quien irritó a Fenapes fue Wilson Netto, presidente del Codicen, por lo que el belicoso sindicato cortó también su comunicación con este órgano.
Pero los problemas en Secundaria no se limitan al cortocircuito entre el Consejo y los profesores; dentro del propio Consejo hay un enfrentamiento entre los Consejeros designados por el Codicen -Celsa Puente y Javier Landoni-, por un lado, y la Consejera electa por los docentes, Isabel Jaureguy, por otro. Jaureguy se quejó, primero ante la prensa y luego en el seno de la Comisión de Educación de la Cámara de Representantes, de que los asuntos importantes no pasan por el Consejo y de que a ella no se le suministra toda la información que tiene derecho a conocer. En la sesión de la Comisión de Educación en la que Jaureguy hizo estas afirmaciones estaban presentes Netto y Landoni (no así Puente), y ninguno la desmintió. Tras leer la correspondiente versión taquigráfica, la duda que a uno le queda es la de si los temas no pasan por el Consejo porque se resuelven en otro lado, o porque simplemente no se resuelven y Secundaria está en “piloto automático”, es decir, manteniendo día a día la rutina administrativa, sin encarar seriamente los cambios de fondo que la situación reclama.
Acerca de que la situación de la enseñanza secundaria reclama cambios de fondo cabe esperar que nadie tenga, a esta altura, duda alguna. Sólo el 40% de los jóvenes completa los dos ciclos de la enseñanza media (el básico y el superior); nuestro porcentaje es el más bajo de América del Sur. Sí; en este terreno estamos por debajo no solo de Argentina o Chile, sino también de países a los que en otras épocas aventajábamos con holgura en materia educativa, como Paraguay, Bolivia o Ecuador. La mayoría de los que van a clase, aprende poco: las pruebas PISA 2012 indican que, en matemática, el 56% de los alumnos uruguayos no llega al nivel 2 (el más alto es el nivel 6), que es apenas el de suficiencia mínima (“umbral de competencia”); en lectura y ciencia los resultados no son tan espantosos, pero siguen siendo muy malos (la insuficiencia no supera el 50%, como en matemática, pero anda cerca). Y no olvidemos que, como suele decirse, “en el promedio se ahogan los petisos”. Las cifras globales ocultan las profundas diferencias que se dan entre los jóvenes de distintos estratos socioeconómicos. Los hijos de hogares más pobres cada vez aprenden menos y se atrasan más.
Así estamos, y si se mira la secuencia de los resultados PISA desde el 2003 (cuando Uruguay empezó a participar en las pruebas) hasta el 2012, se advierte que no estamos mejorando, sino empeorando.
Lo que sí ha mejorado, desde el 2005 hasta hoy, ha sido la asignación presupuestal que recibe la Educación Pública en general y, dentro de ella, Enseñanza Secundaria. De esto se enorgullece el Frente Amplio, que durante todos estos años ha hecho campaña -campaña electoral- con las cifras del presupuesto para la enseñanza, comenzando con el 4,5% del PBI hasta llegar al 6% que se postula como meta hoy. El aumento de recursos existió, sin duda, pero si lo comparamos con los resultados obtenidos, la conclusión es que cada vez gastamos más para obtener peores resultados.
Es en este contexto, sombrío y alarmante, que hay que ubicar lo que está sucediendo en Secundaria. El Consejo internamente fracturado y peleado además con los docentes, es el que tiene a su cargo el sector de la enseñanza que más problemas tiene. Pasa el tiempo -tiempo de vida de los estudiantes- y no solo no aparecen las soluciones, sino que tampoco se ve que se esté avanzando hacia ellas. La situación es de empantanamiento y bloqueo, porque el Frente Amplio no sabe qué quiere hacer con la educación, como dijo el Consejero Landoni en una sesión del Consejo y se filtró a la prensa, porque el sindicato docente no admite modificaciones al “statu quo” y porque ni en el Consejo de Secundaria, ni en el Codicen, hay un liderazgo capaz de superar esos obstáculos, nada pequeños por cierto.
Frente a este panorama, la ministra de Educación y Cultura se encoge de hombros y dice que la conducción de la enseñanza no es asunto de ella.
¿Habrá que esperar hasta el próximo gobierno para que alguien haga algo?