Anda jaleo, jaleo,
ya se acabó el alboroto
comienza el tiroteo.
A menos de tres años para el inició del próximo calendario de elecciones en el país, comienzan a hacerse notar los primeros movimientos encaminados a la acción prelectoral.
El conocido politólogo Luis Eduardo González, en su última columna semanal, esbozó un primer análisis del estado de situación de los partidos. Confirmó una apreciable caída en la intención de voto hacia el partido de gobierno; aunque advirtió que esa variable, aún no se traduce en un aumento de las intenciones de voto hacia los partidos de oposición… Entonces, las candidaturas y sus campañas serán decisivas, sentenció.
Danilo Arbilla, otro influyente analista del acontecer nacional, también abordó el tema en la contratapa de Búsqueda del jueves pasado. Hablando de candidatos (bajo este título), sacó a relucir un abanico de nombres del oficialismo, donde no faltan los habituales referentes Mujica y Astori, pero en donde sorpresivamente aparecen, algunos que no estaban en los cálculos y desaparecen -o tienden a desaparecer- otros, que desde un principio parecían clavados.
Varias bolillas en el bolillero.
El exdiputado astorista Gonzalo Mujica, entrevistado por un cronista de El País -como investido de un curioso rol de dispensador de candidaturas- proclamó a Pablo Ferrari por su sector y a Alejandro Sánchez por el MPP, asegurando que ambos representan las mejores opciones para los frentistas.
Y en otra parte del reportaje, el locuaz dirigente expresó: si Pepe es presidente ya estoy armando las valijas, advirtiendo que el país no soportaría otra presidencia de José Mujica.
Resulta por lo menos, raro, que Mujica (Gonzalo) en sus declaraciones, haya invocado el nombre de Ferrari, pasando por alto el del líder de su sector, Danilo Astori, quien aún es percibido -dentro y fuera de filas- como un candidato tradicional de la coalición.
En otro canasto del oficialismo, con por lo menos, media docena de bolillas más, se alcanzan a ver los nombres de dos intendentes con fuertes aspiraciones presidenciales Yamandú Orsi (CAN) y Daniel Martínez (MVD); también el nombre del ministro de trabajo, Ernesto Murro, de notoria raigambre frenteamplista y marcado predicamento en filas del movimiento sindical.
En cambio, manchado por hechos sospechados de corrupción durante su gestión al frente de Ancap, Raul Sendic, ya no es percibido como el heredero de la tendencia que encarna el expresidente Mujica, aunque continúe su nombre, junto a -por lo menos- otros dos aún desconocidos, dentro del mismo bolillero.
Conscientes de las ventajas que da, ser candidato del partido, del gobierno progresista, en donde todo vale a cambio de mantenerse en el poder.
Confiados en que la máquina del estado, el clientelismo, el uso discrecional de los dineros públicos para la propaganda política, puedan volver a ser el naipe marcado para sus fullerías, dan rienda suelta a todas sus ambiciones.
Olvidan sólo un detalle, que no es menor, se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, también a algunos todo el tiempo, pero no es posible engañar a todo el mundo, todo el tiempo.
Escaramuzas menores.
En tiendas blancas, en cambio, toda la escena está dominada por un marcado optimismo, que da por sentado que, la caída de imagen del gobierno se seguirá acentuando y no tendrá levante; que el Partido Colorado no hallará la fórmula que lo destrabe y volverá a ser -desconcertado por la polarización de la campaña- el vagón de cola del nacionalismo.
Parece como si consideraran, que la oferta de sus modelos, Lacalle-Larrañaga, o Larrañaga-Lacalle, (en cualquiera de sus dos versiones, indistintamente) con apenas un pequeño lookeado, habrá de lucir con el atractivo necesario para ganar.
Una encuesta reciente de intención de voto, de Opción Consultores, contratada por el Partido Nacional, (PN 29%, FA 26%, PC 8%, PI 3% y UP 1%) parece ser la razón del señalado alborozo; aunque en la divulgación de los resultados se haya omitido el porcentaje que corresponde a los indecisos en el 33% restante.
En los últimos días, sin embargo tomaron estado público algunos cambios de palabras. Escaramuzas menores que no pasaron de eso, en la interna.
Entrevistado por el periodista Gabriel Pereira, En la mira de VTV, Jorge Larrañaga, gatilló la polémica al manifestar: Tengo la absoluta convicción de que el Frente Amplio está pronto para perder… ¿Eso significa que la oposición está pronta para ganar y para gobernar? Creo que no, me parece que ese es el gran desafío.
Luis A. Lacalle Pou que durante la pasada campaña se encargó de repetir machaconamente estamos prontos para gobernar ahora, y gobernar bien, tomó como una indirecta las palabras de su compañero de fórmula. No obstante, aleccionado por sus asesores a dosificar sus replicas, el líder de Todos se limitó, en los días siguientes, sólo a alabar la vocación de gobierno de su partido, al tiempo que dirigentes de uno y otro sector se enzarzaban en la discusión.
El jueves 25 en la Piedra Alta, calmadas ya las aguas en la interna blanca, a poco de retirarse el expresidente Lacalle Herrera -ante la requisitoria periodística- pareció empeñado en saldar la polémica, diciendo, el Partido Nacional siempre, es el mejor preparado para gobernar.
El vigor partidario.
Muy distinta es la situación en el Partido Colorado. No hay alboroto ni tiroteo. El vigor partidario se aprecia en los encuentros personales, en la constante reafirmación de las ideas, en el palpitar del pueblo colorado que le da sustancia. O si se quiere, en el desarrollo de valores vinculantes que se confirman -de manera creciente- entre el Partido y la gente.
Existe el pleno convencimiento de que la elección de los candidatos habrá de ser el resultado, y no el origen, de la acción política. Dirigida ésta, a facilitar al ciudadano la retoma del rol participativo; no para encolumnarse tras el abanderado, sino para, otra vez, empuñar la bandera.
El mismo analista que comenta la danza de nombres en los otros partidos, prefiere poblar de signos de interrogación, los párrafos que dedica a escribir sobre la interna colorada. No por falta de arrojo, que pueda poner en riesgo su reconocida solvencia profesional, ni aún por recelo a las fuentes off the record. Pero es notorio que el proceso interno colorado, se desarrolla de manera diferente al de las otras colectividades.
Sería erróneo el análisis, ignorando aquellos rasgos diferenciales que desde siempre, han distinguido al Partido Colorado.
No es por casualidad, que la República -a lo largo de su historia- haya conseguido emerger, de las peores crisis políticas e institucionales, en hombros del Partido de Rivera, de la Defensa, de Batlle.