Las festividades por los 180 años de la divisa colorada, dejaron a la vista el desconcierto que reina en la interna partidaria.
Inicialmente se había pensado conmemorar el hito, evocando la figura inmensa del Fundador, con un acto masivo en el departamento que lleva su nombre, coincidiendo con el hecho incuestionable de ser el último bastión colorado de la República, en donde gobierna el Partido.
Se prefirió en cambio, homenajear a los expresidentes y a los últimos secretarios generales, en la casa de Don Frutos Rivera, por “problemas de sectores que no permitieron tener más consideraciones” según la ininteligible manifestación del actual Secretario General.
No obstante, es fácil entender -aunque no justificar- la razón que llevó a la mayoría del CEN, a desechar la realización de un acto de tales dimensiones, precisamente en el departamento donde gobierna el sector batllista (hasta ahora minoritario) del Partido, a sabiendas de que éste per se, no cuenta con poder de decisión en el ejecutivo nacional.
De todas maneras, con unción partidaria el sábado 17, desde la mañana -y luego ya en la Convención, durante la tarde- se escucharon admirables piezas de oratoria dirigidas a exaltar la obra secular del Partido Colorado en la República.
Sanguinetti, Hierro y Pasquet sobresalieron, entre otros, por el brillo de su retórica.
Tuvo la jornada momentos de gran intensidad emocional que embargaron a todos los presentes. Entre los más aplaudidos se destacó la distinción honorífica, con entrega de medallas, a los ex secretarios generales.
Tabaré Viera fue el encargado de entregar la presea a Ope Pasquet, en un gesto de indudable significación, muy aplaudido. Al tiempo que Fernando Scrigna recibía el reconocimiento, en nombre de quien fuera el guía y mentor del anterior galardonado, el ex vice presidente Enrique E. Tarigo.
La convención había sido citada para tratar un único punto: homenaje a los expresidentes.
Pasando así por alto -cosa que no debió haber pasado- el hecho de que aún permanecían frescos en la memoria de todos, la campaña de Batlle Ibáñez en favor del candidato blanco de San José -en las departamentales de hace apenas dos años- y el desarrollo posterior, del proceso por inconducta, que tanto daño le hiciera al partido.
El expresidente ni corto ni perezoso, en cuanto pudo hacerse del micrófono, llevado por su arraigada vocación de primerear, a poco de haber comenzado miró fijo a Pedro Bordaberry, de quien había sido su mentor, y le disparó: Usted que ha sido nuestro candidato a presidente… tiene que volver a ponerse al frente del Partido Colorado. Y usted no se preocupe de la elección pasada, que muchos colorados votaron a Lacalle Pou, pa’ que no llegara Larrañaga (sic), esos no están allá, están de vuelta acá. Usted póngase de candidato que nosotros vamos a poner otro pa’ ver quien gana…
Como si pudiera contener en uno de sus puños la voluntad general de los colorados, no quedó conforme con volver a lanzar a su protegido, sino que, dijo, nosotros (él) vamos a poner otro, en una clara alusión al economista Ernesto Talvi, de quién políticamente muy poco se sabe y por el que el expresidente viene ya, haciendo campaña.
La ponderación se impuso, en la sala de la Convención. Apenas se escuchó un rumoreo, rápidamente interrumpido por los aplausos de unos pocos, que pensaron que las manifestaciones que habían escuchado, les otorgaban una ventaja. El resto de los convencionales, seguramente los más, que habían sido botijeados por el orador, prefirieron callar su fastidio, antes que terminar de arruinar los festejos.
El exabrupto detonó en las redes
Donde inevitablemente detonaron las palabras del exmandatario fue en las redes sociales. El líder de Espacio Abierto, Tabaré Viera, escribió en su cuenta de Facebook: (refiriéndose a Batlle Ibáñez) …sentimos que nos abofeteó, a quienes no respondemos políticamente a él, ni a Bordaberry… con su ya conocida insolencia.
A nadie pasó desapercibido el exabrupto. Centenares de comentarios se sumaron, en respuesta al discurso; en clara señal del descontento generado en las bases.
-Los espectros de la vieja política. -El característico garroneo que vuelve a hacer daño. -Un portazo de soberbia, que aspira cerrar el paso a la participación. -Las viejas prácticas, saltaron de adentro del baúl de los recuerdos. -El típico mesianismo intelectual, acostumbrado a bloquear el crecimiento. -Batlle: el dueño de la voluntad de la gente. -El iluminado que todo lo sabe y todo decide. Casi nonagenario, no tiene edad para ser l’enfant terrible. Son algunos de los conceptos, que como titulares del día, resumen la opinión en las redes.
El reto de articular una mayoría batllista
Hace bien Viera en no evitar que su pensamiento tome estado público.
Tiene derecho a sentir que Batlle Ibáñez, lo releva de todo pudor en ese sentido, a consecuencia de su irreverencia.
Por lo demás, la salida de tono del viejo líder, debe servir de acicate para redoblar el esfuerzo y asumir el reto de articular una mayoría batllista.
No se trata de mostrar la zanahoria al burro, para que avance en la noria.
Claro que habrá candidato, ya lo hay; será uno de los muchos y valiosos batllistas que hoy postergan sus legítimas aspiraciones de grupo. Empeñados ahora, en buscar las formas apropiadas de armar una formación, que se desarrolle desde la diversidad.
No será, por cierto, el candidato que señalen las cúpulas o las deidades del oráculo; tampoco será el candidato de algún sabidillo, de los que están siempre dispuestos a dibujar la hoja de ruta, de lo que es mejor para el Partido.
Alcanzará con escuchar atentamente la voz de la gente, que es diáfana y asegura imponerse sobre las veleidades personales.