Este domingo elegimos a los concejales vecinales de la capital del país. En esta instancia además, se someterán a votación las propuestas de presupuesto participativo de cada municipio.
Aunque se trata de una elección no-partidaria, estos concejos son ámbitos en los que las ideologías se dejan ver. Se repite constantemente que los concejos vecinales son órganos de gestión. Hoy se habla de «gestión» como adverso a lo político, cuando para mí la gestión es justamente la esencia de lo político: organizarse para transformar una realidad.
Para los que somos batllistas, trabajar por conformar estos espacios es además de un desafío, una responsabilidad. Los socialdemócratas sentimos a los concejos como algo nuestro, la vieja idea de los clubes sectoriales barriales hecha carne en un aparato burocrático y poco efectivo. De ahí surge ese sentido de responsabilidad que nos ha hecho salir a la calle, escuchar a los vecinos y entregar volantes. Nada más parecido a la política.
Pero nuestro compromiso no termina allí, queremos que se hagan las cosas bien. Anhelamos una intendencia presente en todos los barrios, en cada plaza, en cada contenedor. Apostamos a trabajar por una ciudad más limpia, transitable y tranquila.
No estamos en condiciones de prometer, siquiera de proponer. No contamos con eso ni aun asegurándonos el asiento dentro del concejo. Pero si diseñamos una serie de enfoques en los que trabajaremos si nos toca asumir esta responsabilidad: Naturaleza y espacios verdes, limpieza y cuidado de bienes públicos, seguridad, cultura y turismo, deporte y desarrollo físico, tránsito y agilidad vial, privacidad sonora y participación. Nuestra idea es comprometernos con el barrio, que se nos dé la posibilidad de trabajar por él. Los batllistas por definición creemos en la participación del vecino independientemente de que el vecino entienda necesario participar. De eso va la democracia, de eso va la política.
Yo nací y crecí en el Parque Rodó, obra batllista por antonomasia. El deterioro que ha sufrido el paisaje de mi barrio es tan real como preocupante y es ahí donde surge la necesidad de generar un cambio. Pero los cambios no se generan de un día para el otro, los analistas políticos de vanguardia advierten por lo menos tres etapas para transformar una realidad en un cambio social efectivo.
En primer lugar debemos expandir el marco de lo posible. Hoy tenemos la peligrosa moda de ser escépticos frente a la política. Por todos lados escuchamos «nada va a cambiar», «está muy contaminado», «no funciona». Nuestra tarea es desafiar la imaginación cívica de esas personas, «¿y qué pasa si logramos cambiarlo?».
Pero queremos lograr efectivamente un cambio, no podemos quedarnos en palabras. La segunda etapa consiste en encontrar nuestra causa. Ésta no puede ser otra que el entorno donde me desarrollé, estudié y trabajo. Pocas cosas me atraen más que poder contribuir a mejorar un poquito la vida de mis vecinos y una de ellas es concientizarlos para que sean parte del cambio.
La última etapa consiste en asegurar una victoria temprana. Ésta no tiene por qué ser difícil, pero sí contundente. Hablamos de una victoria que sea consecuencia de un movimiento político a escala, que haga sentir a la gente que es parte de ese cambio.
A estas tres etapas yo les agregaría una cuarta: el tiempo. Es imposible traducir las ideas en cambios concretos de un día para el otro y más cuando no contás con los medios y te toca competir con un adversario poderoso. Pero todo movimiento político efectivo, en mayor o menor medida, atravesó cada una de estas etapas.
Esperemos que este domingo nos ayuden, a los candidatos a concejales batllistas, a lograr nuestra victoria temprana, a batallar con nuestras ideas, a liderar nuestros micro-movimientos, a transformar una simple protesta en un cambio efectivo.
Moncho Rodríguez Akiki
Municipio B CCZ 2
099652793