11 diciembre, 2024

Mentira, mentira

Por Miguel Manzi

Mentira, mentira, yo quise decirle,
las horas que pasan ya no vuelven más.
Y así mi cariño, al tuyo enlazado,
es sólo un fantasma del viejo pasado,
que ya no se puede resucitar.

Carlos Gardel entona este varonil lamento en «Volvió una noche» (música de su autoría, versos de Alfredo Le Pera). La letra se aplica a la relación del Frente Amplio con sus votantes originales, que veían en la coalición el estadio superior de la acción política, libre de todos los vicios de los Partidos Históricos. Era una falsa ilusión, hoy convertida en un fantasma del viejo pasado, que ya no se puede resucitar. En efecto, una vez en el gobierno, el Frente incurrió en todos los desvíos que denunciaba: corrupción, nepotismo, clientelismo, populismo, soberbia; captura y reparto rapaz del botín estatal por cuota política, cuota partidaria y cuota sectorial; mayorías legislativas sumisas, encubrimientos, privilegios para los amigos, demagogia; empleos públicos, publicidad oficial, licitaciones truchas, negociados; atraso cambiario, ajuste fiscal, desempleo, asentamientos, pobreza y marginalidad; fractura social; deuda y déficit. Con el mérito adicional de la velocidad: a nosotros, completar el cartón de los pecados nos llevó 180 años; el Frente lo hizo en 12. Y un agravante que amplifica la hazaña: el Frente corrió los límites de lo políticamente posible en dirección a la inmoralidad: todo lo que se puede hacer mal, lo hizo peor. La gravedad de este corrimiento es difícil de exagerar: refiere al deterioro de las instituciones, del diálogo público, de la convivencia. ¿Cómo llegamos a este punto? Vaya Ud. a saber. Yo me acuerdo que Tabaré Vázquez fue señalado alcahuete de la dictadura, plagiario probado, perseguidor de sus competidores oncológicos, pero ahí está. ¡Y de qué asombrarse, si José Mujica fue presidente! Pues bien: de esa misma fábrica de humo, nos quisieron embocar a Raúl Sendic; el paradigma de la mendacidad, el colmo del engaño, la madre de todas las patrañas.

Medalla de oro

Seamos francos: el tipo parece medio faltito, como que tiene alguna bombita floja. Al verlo y escucharlo, es inevitable evocar a Chance Gardener, el protagonista de la novela «Desde el jardín» (magistralmente interpretado en su versión cinematográfica por Peter Sellers). O de repente es un genio científico, de esos que salen desnudos a la calle de puro abstraídos que están en los meandros del genoma humano. Tan abstraídos que cruzan con roja, y los pasa un camión con zorra por arriba. Así y todo, su ascenso político fue meteórico: diputado, vicepresidente y presidente de ANCAP, ministro de Industria, vicepresidente de la República, y venía expreso para presidente. Pregunto de nuevo, ¿cómo llegamos a este punto? Yo no creo en las conspiraciones de la CIA ni de la KGB, pero que las hay, las hay; cuesta imaginar que se trató de una sucesión de accidentes. Más se parece a una operación político-mediática de altísimos quilates (y altísimo presupuesto), que incluía trajes bien cortados, bronceado permanente, un par de escuderos ligerones, y todo el apoyo de todo el Frente Amplio. Sendic era el delfín, el sucesor cantado, el heredero de los tres gerontes; el cambio con continuidad, el puente entre la tradición y la renovación, la modernización y la identidad del proceso y del proyecto frenteamplista.

Muerto y enterrado

Pero el muñeco habló. Y dijo una mentira estúpida en cuyo lazo se enredó una y otra vez, hasta dinamitar cualquier resto de confianza que el más ingenuo de los acólitos pudiera conservar en su corazón. Tras la licenciatura, el gigantesco descontrol de ANCAP; y en la siguiente curva, la tarjeta corporativa. Listo. Muerto y enterrado. Rociado con nafta, regado con sal, estaca en el pecho, bloque de cemento, descuartizado y esparcidos sus restos por los cuatro rumbos. Ocurre que una amistad, un amor, un cuadro de fútbol, una tripulación, una comunidad, un país, un candidato, se construyen a confianza. Y a esta altura nadie puede confiar en Sendic. ¿Nadie dije? Me equivoqué: todo el Frente Amplio lo apoya. Topolansky vio el título; Vázquez dice que le hacen bullying; los órganos representativos emiten declaraciones incondicionales. ¿Se entiende la gravedad?: ipso facto, todos se transforman en mentirosos y falsarios. El presidente de la República, 15 senadores, 49 diputados, los miembros del plenario y de la mesa política frenteamplista; todos. ¿¡Cómo, pardiez, llegamos a este punto?! Por supuesto que hay que seguir pegándole a Sendic. Una y otra vez, sin misericordia, cada santísimo día del año, aunque Sendic sea un pobre mozo (que tiró por el caño 800 millones de dólares y fundió un monopolio petrolero, se inventó una medalla de oro, y compró un colchón con tarjeta corporativa). A Sendic hay que perseguirlo aún después de muerto y enterrado, porque era el próximo candidato presidencial del Frente Amplio, y porque el mismo Frente Amplio que lo inventó y que lo sigue apoyando, intentará empaquetarnos con otro muñeco en su lugar. ¿La mayoría de los uruguayos está dispuesta a seguir votando a una coalición y a una dirigencia que miente por unanimidad y en reiteración real? Si así fuera, finalmente sabremos cómo llegamos a este punto.

 

Columna publicada en Montevideo Portal.

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