José Batlle y Ordóñez, artífice de su tiempo, autor de su colosal obra, supo hallar en la comunicación la llave para la realización de sus ensueños.
Luego de la sangrienta Revolución del Quebracho, que a la postre puso punto final a los afanes revolucionarios contra la satrapía de Santos, Batlle, presto a reanudar el camino de la lucha armada, es sorprendido por la noticia de que el dictador hace un llamado a la Conciliación.
Atento entonces a los acontecimientos vira el rumbo, decide emprender a caballo -acompañado de un baqueano- la distancia de Santana do Livramento hasta el Sur, para iniciar ahora sí, su obra sustancial de utopía y realidad: el diario El Día.
Formula entonces su máxima, Siempre hay un camino bueno para los hombres de buena y fuerte voluntad(1) persuadido del rol trascendental de la prensa de oposición, a la que considera una potencia, en todas partes y en todas las épocas… representa más que un cuarto poder, mucho más. En el momento presente, (corría entonces 1886) representa el sumo poder en su majestad moral”.
Giudice y González Conzi, sus biógrafos, cuentan que en aquellos tiempos, Hombres superiores de los núcleos clásicos (se refieren a los partidos tradicionales) abandonaron filas y se incorporaron al (naciente) partido Constitucional… por la vía de la desilusión y del desconsuelo. Batlle no confía en la acción del partido propio, pero permanece firme, no llama a la puerta de la casa vecina(2).
Los autores de Batlle y el Batllismo, continúan su relato: Expone desde El Día, en síntesis magnifica por el optimismo que encierra su palabra de confianza y de fe en la obra futura del Partido. Y halla acogida propicia en el alma del pueblo, entonces quieta(3).
Una y cien veces, el Partido Colorado –al que sus enemigos se hartaron de dar por acabado- volvía a renacer desde sus ruinas. Batlle, retoma su más poderosa arma: la comunicación de ideas. Y en una lección útil para ser leída hoy -de cara a las adversidades- no atisba la menor duda respecto a cual deberá ser su sitio en el nuevo tiempo: el partido de Rivera y de la Defensa.
Un hito histórico en la radiodifusión sudamericana.
Hay sin embargo otra muestra terminante de la importancia que Don Pepe asignaba a las comunicaciones en el ejercicio de la política.
La radiodifusión uruguaya cuenta con un hito por demás singular, haber sido este país, el primero en la América del Sur, en destinar la radio para el uso de propaganda política.
En efecto, cinco días antes de que irrumpiera en el éter una emisora radial. Gigliani y Batlle, en representación del CEN del Partido Colorado y don Santiago Paradizábal, pionero de la radiotelefonía nacional, celebraron un contrato de uso exclusivo de apenas quince días -de las ondas radiales de la primera estación, Radio Paradizábal- en beneficio del Batllismo. Eran esos, los quince últimos días, previos a las elecciones nacionales del domingo 26 de noviembre de 1922.
El convenio de alquiler, comprendía la utilización del espacio, la instalación de un transmisor de 1 kilovatio y la colocación de 18 receptores con alto parlantes, distribuidos en las plazas de todas las capitales departamentales de la república.
A las 20:30 horas del domingo 12, de aquel noviembre –desde el Palacio Florida Hotel, en donde funcionaba el primer estudio de radio- en medio de la singular expectativa de un nutrido público que aguardaba impaciente la voz de su líder, se comenzaba a gestar un hito en la historia de las comunicaciones.
Más veloz que el rayo.
El locutor con voz grave, comenzó diciendo: Hola, hola, hola… Más veloz que el rayo, tan rápido como esa misma luz que el Batllismo desea llevar a todas partes, devorando 300.000 kilómetros por segundo y en todas direcciones se difundirá esta noche la palabra batllista por boca del mismo Batlle.
Con gran recogimiento se escucharon luego las estrofas del Himno Nacional, la Marsellesa y la infaltable, en todos los actos colorados, Marcha a Garibaldi.
Luego de unos instantes de silencio, se comenzó a oír la voz inconfundible de Don Pepe Batlle: Correligionarios de todas las ciudades de la república, recibid todos, en este mismo instante, el augurio feliz de nuestra próxima victoria electoral, y que mi voz os lleva, salvando las distancias, en alas del progreso, con la velocidad del pensamiento que os evoca.
En medio de la emisión comenzaban a llegar los telegramas de todos los rincones del país, dando cuenta del éxito -y en muchos casos del fracaso, por razones técnicas- de esa primera transmisión.
Cerraba Batlle pocos minutos después, su primer discurso radial, exclamando: Llegamos del pasado cargados de laureles; nos ponemos en marcha hacia el porvenir para aumentar esa gloriosa carga… ¡Viva la República, feliz y justiciera! ¡Viva el Partido Colorado que la guía.
Dos semanas más tarde el ingeniero José Serrato, era electo Presidente en nombre del Batllismo, que había vuelto a pegar primero una vez más.
(1)Primer editorial de El Día, 16 de junio de 1886.
(2)Batlle y el Batllismo, Giudice y González Conzi, 1929.
(3)Idem.